¡Hola hola hola un día más!
(Estoy escribiendo esto por segunda vez porque YES, he perdido todo lo que había escrito antes. Creo recordar que las entradas se guardaban automáticamente al mismo tiempo que uno escribe pero OH SURPRISE parece ser que ha cambiado. En fin. Que ya lo escribo todo otra vez y no worries)
Esta mañana me desperté animada y llena de energía (es importante mencionar que nos despertamos a las 11 de la mañana) y pensé VOY A ESCRIBIR EN EL BLOG OTRA VEZ. Así que hice una pequeña encuesta en twitter y el tema más votado fue Kyoto, así que hoy me toca escribir sobre eso. Así puedo también ordenar las fotos, que están abandonadas y ya ha pasado casi un mes.
Pasé en Kyoto alrededor de un día y medio, pero aún así saqué un montón de fotos y visité varios sitios… Así que he pensado dividir el viaje en cuatro entradas y así poder poner más fotos y no saturaros con texto 🙂
El motivo principal por el que fui a Tokyo fue porque Yu iba a estar fuera el mismo fin de semana. Se iba a Tokyo por trabajo, y como yo no estaba muy bien aún ni acostumbrada a vivir en el sitio nuevo, no me hacía mucha gracia pasar la noche (ni el día tampoco, no os miento) sola. Ahora que estamos en Ishikawa, viajar a Kyoto y Osaka nos queda mucho más cerca. Además la primera vez que visité Kyoto me encantó, y pensé que ir allí sola sería una buena experiencia para explorar mejor los lugares que más me habían gustado la otra vez.
Fui allí en un tren local. Después de tres transbordos y tres largas horas y media de viaje, llegué a mi destino. Hay trenes más rápidos (como el Shinkansen o el Thunderbird) que me llevarían allí en unas escasas dos horas PERO el precio es mucho más elevado. Yo pagué unos 3.000 yenes (¿unos 30 euros?) y aunque fuera un viaje largo, me gustó mucho ver el Japón rural, las montañas y los campos de arroz desde la ventana del tren.
(Otra opción era ir en bus, pero las vistas no son tan buenas y no me gusta cómo huelen los buses, así que lo descarté)
Lo que hice el primer día fue caminar, caminar y caminar. Busqué en internet sitios no turísticos y poco conocidos y llegué hasta la calle de los espíritus, o yokai street. Se trata de una calle comercial para la gente local, nada de turisteo, y cada comercio tiene en su entrada una figura hecha a mano de un espíritu japonés. En total hay hasta 30 tipos diferentes, y parecía un lugar interesante para visitar… Pero no os voy a engañar, me decepcionó un poco. Además de estar super lejos y no tener ninguna estación de metro cerca (tuve que caminar 20 minutos para llegar allí), la mayoría de las tiendas estaban cerradas y no pude ver apenas ninguna de las figuritas 😦
(Las dos últimas fotos están hechas con el móvil porque había un señor que no dejaba de mirarme y me quería marchar de allí rápido)
Saqué cuatro o cinco fotos, las que veis por aquí, y me volví caminando a la estación… Otros 20 minutos. Pero tampoco me disgusta mucho. Si algo tiene Kyoto, es encanto en sus calles: estrechas, antiguas, fachadas y entradas de casas abarrotadas de plantas, letreros pasados de moda… y es eso lo que me gusta de Japón, el verdadero Japón. Así que me alejé de las calles principales y me puse a hacer burabura, a caminar sin rumbo por Kyoto. Y me encontré con cosas bonitas de verdad ❤
Muchas veces encuentro sitios interesantes al alejarme de las calles principales y al internarme más en las calles secundarias. Y precisamente eso me pasó cerca de la estación de Enmachi, donde vi una señal que indicaba que el templo de Daruma estaba cerca. Literalmente giré sin pensar y me fui directa a donde señalaba porque no podía perderme eso. (Ahora mientras escribo el blog he buscado el templo en Google. En verdad se llama Horin-ji)
El templo era como cualquier otro, pero al fondo había una pequeña sala llena de cientos de figuras de daruma.
¿Qué son los daruma? Pues estas figuras redonditas tan monas que veis por aquí. Representan al mismísimo fundador del zen (o eso dicen), y pueden ser de varios colores, siendo el más característico el rojo.
Dependiendo del color, los daruma tendrán una función, y la de los rojos es como amuleto de la buena suerte. Si compramos un daruma o nos regalan uno, veremos que no tendrá el circulito negro de los ojos pintados. Lo que hay que hacer entonces es proponerse un objetivo a cumplir, una meta, y en ese momento pintar el primer ojo. Así, cada vez que veamos al muñequito del daruma, nos acordaremos de eso que nos hemos propuesto, y después de ganbattear mucho y cumplirlo, será cuando pintemos el segundo ojo. Curioso, ¿verdad? Me han dado ganas de comprarme uno ❤
Y como en todos los templos, no podían faltar las tablas Ema con motivos de Daruma. Además de estas tablas también se podían comprar figuras de daruma y demás cosas con darumas pintados.
Después de visitar este templo tan curioso me fui al hostel de Book and Bed Kyoto (en la siguiente entrada os hablaré de él), hice check-in, dejé mi equipaje y me fui de paseo otra vez. Y encontré otro templo gracioso, el templo de los jabalíes. SÍ, JABALÍES.
Ahora gracias a mi gran amigo Google se que se llama Go-o Shrine y que es un templo muy visitado por atletas profesionales o personas que tienen algún problema en las piernas. Hay una leyenda que dice que un tal Kiyomaro , un asesor del emperador durante el período Heian, tuvo problemas durante un viaje muy importante por culpa de una herida en una pierna. Es entonces cuando se le aparecieron unos 300 jabatos y le ayudaron a llegar a su destino, además de curarle la herida.
Después de quedar maravillada, enamorada, de todo, con este templo (de verdad, un templo lleno de figuras de jabalíes, ¿DE VERDAD JAPÓN?) seguí mi camino hacia Gion. Pero eso, en el siguiente blog 😉
Espero que os haya gustado. He puesto especial cuidado en escribir información sobre cada templo para no dejarlo vacío. Me ha gustado también buscar información sobre cada uno de ellos, siempre se puede aprender más y las entradas quedan más completas 🙂
¿Cuál os ha gustado más? ¿Daruma o jabalitos?
Hoy ha sido un día largo. Ponchan viene esta semana SEGURO y estamos de los nervios, aunque ya hemos preparado todo. Y ah, estoy super super enganchada a La larga marcha, un libro de Stephen King que escribió bajo el pseudónimo de Richard Bachman. Si no sabéis de qué va buscadlo POR FAVOR porque es… en fin, no sé qué es, solo se que quiero seguir leyendo. UUUUUH.
Jabalitos forever ❤
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ES QUE LOS JABALITOS ❤
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